Desarrollo y Cultura

de la Plaza de Caicedo

DESARROLLO URBANO

Santiago de Cali continuó extendiéndose hacia el norte con barrios para las clases económicamente altas: Versalles (1.935), Centenario (1.936), Juanambú (1.937), Santa Mónica, Santa Teresita (1.940). La conmemoración del IV Centenario de la fundación de la ciudad (1.937) fue el escenario perfecto para mostrar el conjunto de obras y agencias cívicas que los dirigentes caleños habían realizado en estos años. Entre otras pueden destacarse: la Avenida Belalcázar (Hoy Avenida cuarta que se dirige hacia La Portada); ampliación del Puente Ortiz; sala de maternidad del Barrio Alameda; la casa de menores de Meléndez y el campanario de la nueva Ermita, el estadio Pascual Guerrero. La obra emblemática de esta conmemoración fue la colocación del monumento a Sebastián de Belalcázar, elaborado en bronce fundido por el escultor español Victorio Macho, acompañado del escudo de armas de la ciudad y una placa conmemorativa.

La conciencia histórica de la clase dirigente de la ciudad, expresaba una concepción determinada por los hechos de la conquista como fundadores de la misma y la defensa de una narrativa heroica y emotiva que definía los sentimientos de pertenencia al terruño. Los logros obtenidos en materia de progreso en las tres primeras décadas, definían el optimismo de los años treinta, que marcaron los derroteros que expresaron las representaciones del futuro, de un futuro promisorio que había que festejar. En este sentido, tiene mucha lógica que la imagen de la estatua de Sebastián de Belalcázar empezara a aparecer en la publicidad y luego en los empaques de Cementos del Valle S.A.

Los sentimientos de un presente lleno de optimismo y un futuro promisorio se expresaron en otros hechos además de la reactivación económica: para 1.930 la Compañía Nacional de Chocolates construye una fábrica de dos plantas; en 1.935 se inaugura el Puente Alfonso López Pumarejo (calle 15, sobre el río Cali); en 1.930 el Club Colombia en el Barrio Granada; igualmente lo había hecho, en octubre del mismo año el Club Campestre en terrenos de la antigua Hacienda San Joaquín y en 1.938 se organiza  la sociedad Club San Fernando que brillaría en los años cincuenta. También empezaron a funcionar los talleres ferroviarios de Chipichape, un grupo de médicos funda la Clínica de Occidente Ltda. en el Barrio Granada (1.938) y en el mismo año el Pbro. Marco Tulio Collazos lideró el remplazo de las tres cruces de guadua por un verdadero monumento de concreto.

En pleno despegue industrial durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, continuó el desarrollo de la infraestructura vallecaucana. El crecimiento manufacturero del departamento, que se expresó en un salto de 800 a 1.506 establecimientos industriales entre 1945 y 1953; el desarrollo urbano en la región con la expansión del sector de los servicios y la construcción, y el crecimiento de la población vallecaucana que llegó casi a duplicarse de 1938 a 1951, aceleraron la demanda de energía eléctrica que no podía atenderse en 1954 con la generación departamental de 29.844 kw, de los cuales 12.400 se producían en Cali.

Fue esta insuficiencia de la oferta de energía eléctrica la que planteó la urgencia de construir la Central Hidroeléctrica de Anchicayá y adelantar otros proyectos que se estudiaron con anterioridad. Se constituyó en 1944 la Empresa Central de Anchicayá como sociedad limitada de carácter oficial, con un capitalinicial de $1.500.000 aportados por el Gobierno Nacional (51%), el Departamento del Valle (23%) y el Municipio de Cali (26%), y que fue diseñada para producir 64.000 kw en tres etapas durante el período de 1954 a 1957. En su junta participaron dirigentes del sector privado como don Manuel Carvajal Sinisterra quien, muy preocupado por la situación energética de la región, escribió en torno a las “Realidades sobre la Electrificación del Valle del Cauca” y más tarde -con otros miembros de los sectores público y privado- comprometió sus esfuerzos en la creación de la Corporación Autónoma Regional del Cauca, Valle y Caldas, CVC, en 1954.

Para la segunda mitad del siglo XX Cali consolidó un marcado crecimiento industrial, representado en el asentamiento de un próspero entramado febril que le brindaría la ventaja regional siempre profetizada y materializada por el ideario del empresariado de la ciudad, abonado por la inversión extranjera y de ilustres connacionales.

Esta realidad industrial de la ciudad era la más clara manifestación de unos procesos de cambio y modernización producto de la gestión y el trabajo de la élite dirigente durante décadas anteriores. Fue así como la ciudad comenzó a dar sus primeros pasos en busca de alejarse del ya enunciado retraso urbano. La infraestructura de la ciudad inició un proceso de crecimiento paulatino junto con el demográfico; los requerimientos habitacionales del campesinado que huía de la violencia, contrastaba con las necesidades de nuevos espacios de esparcimiento de la clase política, económica y social más prestante de la ciudad.

Le seguirá su consolidación como capital deportiva de la región, esto al albergar y ganar los VII Juegos Deportivos Nacionales (1954) y en la instauración de un importante complejo deportivo: “El estadio Pascual Guerrero es remodelado y ampliado, en sus inmediaciones se construyen, colindantes, las Piscinas Olímpicas y a su lado el coliseo (hoy Coliseo Evangelista Mora) conjunto que pasa a llamarse el Complejo Deportivo San Fernando

ASPECTOS CULTURALES

Igualmente, el Acuerdo Municipal No 25 de 1.933 creó la Escuela de Artes y Oficios bajo el liderazgo del liberal Antonio José Camacho y para 1.939, finaliza la construcción del conservatorio de música, Antonio María Valencia, hoy la Escuela de Bellas Artes. En este sentido, la cultura pasó a cultivarse de otras formas, sin embargo, las conmemoraciones patrióticas y religiosas todavía dominaban las expresiones de la vida pública. Apareció un nuevo periódico, El Crisol, dirigido por Isidro Rodríguez y la radio difusora Voz del Valle, de propiedad de Eduardo Córdoba Velasco.

Mientras tanto, Editorial América se encargaba de publicar cuatro de los seis libros que el escritor Gregorio Sánchez Gómez produjo en esta década: El gavilán (1.933), Casada… y sin marido (1.934), El hombre en la hamaca: Divagaciones de un ocioso (1.935) y El burgo de don Sebastián (1.938), novela que da cuenta de las problemáticas sociales y urbanas de la Cali de los años treinta. Los otros dos libros fueron publicados por Arturo Zapata, de Manizales, Vida de un muerto. Relato novelesco, de fantasía y humorismo (1.936) y Juan Casis, de Bogotá, Problemas sociales de Colombia (1.936)

La Línea Amarilla, flota de buses escalera, pintados en colores vivos, con nombres como Etna, Vesubio, Titanic, Mauritania, recorría los pocos barrios por los que se diseminaba el Cali Viejo. Ensanchados el Barrio Alameda y el San Fernando circuló la Línea Gris, con buses encabinados y choferes de uniforme azul. Después surgió la Línea Roja que comunicaba El Crucero -encuentro de la carrilera del ferrocarril con el carreteable a Juanchito-zonas aledañas con el centro de la ciudad. Ya no quedaban rastros de tranvía. Pp. 233 Oscar, Gerardo Ramos (1.996) Cali: Corporación Financiera del Valle.

Las calles de comercio en Cali eran ya la 12 y la 13, cuando antaño lo era con exclusividad la carrera quinta o Calle del Comercio y también los bajos de las casonas de dos pisos de la Plaza Mayor, sin que faltara tal cual tienda esparcida por San Nicolás, San Antonio y Santa Rosa, donde había una de La Popayaneja que confeccionaba un comistraje de primerísima y dulcería de rechupete. Pastelería con cierto cariz industrial era en esos días La Palma de José Payeras, junto al viejo claustro de Santa Librada, lo mismo que la Panadería Colombiana de Juan B. Quintero; carrera 4a. No. 14-22, distinguía en el coranamiento de su edificio de dos plantas por una cuadriga de bronce, al estilo cirsence romano, que se colocó después junto al río Cali en cercanías al entonces y después terraplenado Charco del Burro. Pp. 232-33 Oscar, Gerardo Ramos (1.996) Cali: Corporación Financiera del Valle.

Para los años treinta Cali era un pueblo con mucho mayor dinámica comercial y social: una Sociedad de mejoras públicas liderando proyectos urbanos y cívicos, dos parroquias y una Diócesis (San Pedro, San Nicolás), dos teatros (Municipal y Jorge Isaacs), dos notarías (primera y segunda), acueducto metálico moderno, desarrollo industrial importante expresado en diversos sectores productivos y de servicios, más de cinco periódicos (Correo del Cauca, Relator, Diario del Pacífico, Heraldo Industrial, El Liberal, El Crisol), servicio telefónico para los ricos y sus negocios, una biblioteca (Biblioteca centenario); cuatro clubes sociales (Colombia, Belalcázar, Anglo-Americano, Campestre) y cerca de noventa mil habitantes.

ASPECTOS DEMOGRÁFICOS Y DEPORTIVOS

El proceso de migración hacia la ciudad concentraría población que arribará a la urbe con el objetivo de ingresar a la demanda de trabajo asalariado ofrecida por el sector industrial. Lo cierto, es que, desde 1918 hasta 1950, el 50% de la población con la cual contó la ciudad era producto de este fenómeno, su procedencia era variopinta. “Estos flujos provenían de diferentes regiones del país. Por un lado, entre las más importantes, las que llegan al Valle y a Cali desde diversas zonas de Antioquia y toda la región del viejo Caldas, bajo diversas oleadas hasta los años de 1970 en el siglo XX (Bayona, 1992), en su gran mayoría población blanca, mestiza y mulata; y las procedentes de la región andina nariñense y caucana, casi todas mestizas, mestizas-indígenas e indígenas sobre todo entre 1920 y 1970

Para este periodo, el éxodo masivo del campo hacia la ciudad, debido a la lucha bipartidista era una cuestión sistemática. La lucha presentaba un muy desfavorable saldo de vidas liberales ya asentadas en la ciudad. Un hecho que retrata esta sangrienta disputa fue la vivido la noche del 22 de octubre de 1949, cuando a la salida de una reunión política de militantes del partido Liberal, se da la llamada masacre en la casa liberal. Según el diario Relator “atacantes armados con gases y revólveres, fusiles pistolas, disparaban sobre las gentes que apenas levantaban las manos al cielo e imploraban clemencia. Frases de perdónennos por el amor de Dios salían delos grupos agredidos. Déjennos salir que nosotros no votamos por el partido Liberal si eso es lo que quieren (Relator: octubre 24. 1949)

El crecimiento de población fue bastante considerable: de treinta mil personas en la década de los años treinta pasó a tener ciento noventa mil para mediados de los años cuarenta. Para finales de los años cincuenta, cuatrocientos setenta mil y en la década de los setenta pasaba los ochocientos cincuenta y ocho